“We do not struggle as working class, we struggle against being working class … . Our struggle is not the struggle of labour: it is the struggle against labour. …There is nothing good about being members of the working class, about being ordered, commanded, separated from our product and our process of production. Struggle arises not from the fact that we are working class but from the fact that we-are-and-are-not working class, that we exist against-and-beyond being working class …”
John Holloway, Change the World Without Taking Power
The arrival of the coal miners in Madrid on the 10th of July was to be followed on the 11th with a protest march on the Ministry of Industry in the morning and latter in the evening by a solidarity march from Atocha square to Peurta del Sol. What would in fact transpire were police beatings, shootings, arrests of protesters and anyone else who happened to be about (at least a hundred people wounded and hundreds more arrested), all in the name of order, normality.
The following testimonial of the clearing of Sol, posted on Acampada Sol web site, in spanish, is eloquent …
Ángel 12 julio, 2012 at 15:17
Son la 0:39 y acabo de cenar. He llegado a casa a las 00:00 en metro tras abandonar Sol.
Hoy ha sido un día de aquellos en los que la emoción y la adrenalina te hacen temblar de arriba abajo. A las 18:00 horas salí del trabajo dispuesto a encontrarme con los mineros, con el 15M y con cualquiera que estuviese en aquellos momentos manifestándose en contra de toda esta basura a la que llaman gobierno, democracia, sistema o como se quiera, para mí no deja de ser una basura. Nos recortan nuestros derechos largamente luchados y batallados y que tanta sangre, dolor y vidas han costado; nos exprimen como a limones sacándonos todo nuestro jugo y más; nos mienten y roban en nuestra cara; nos desprecian como personas convirtiéndonos en productos y en masa; nos apalean, reprimen y encarcelan; nos explotan…
Todo esto lo puedo argumentar más, pero no me da la real gana. Los que no necesitan de argumentos (porque ya los conocen) les basta estas palabras y saben de lo que hablo. Hoy la demagogia y la rabia pueblan mis labios, al que no le guste que mire otros renglones más agradecidos a sus hábitos de lectura.
Llegué a Atocha sobre las 19:00, según tenía entendido (y mi hermano Dani me lo confirmó) desde allí, a la 19:30, partiría en dirección sol una manifestación en apoyo a los mineros. Llegando acalle Atocha podía oír el gentío de voces de protesta, consignas y proclamas de los que ya estaban allí. No soy bueno contando gente, muchas veces no se si yo soy uno o más, por lo que dejo los números al libre albedrío de los medios de comunicación y los informes políticos o policiales. Eramos muchos, mogollón, muchas personas allí congregadas, y a mí eso me basta. Jóvenes y no tan jóvenes, incluso perros y niños, quizá estos con menos sentido revolucionario, pero igualmente afectados por la inseguridad del presente y el futuro inmediato. Muchos, menos que nosotros, pero muchos policías antidisturbios nos flanqueaban y rodeaban; las lecheras las teníamos delante y detrás. Arados con escudos y porras y protegidos con cascos y armaduras nos miraban como indiferentes: están allí, simplemente porque les han mandado que estén… a la espera de ser activados a una orden, robots de esta basura de sistema; entrenados para y por la violencia y la represión.
Nos pusimos en marcha dirección Sol. Todo el camino por calle Atocha fue un paseo tranquilo y sin incidentes. La policía parecía haber desaparecido y nuestra columna cada vez se iba haciendo más y más grande. Banderas republicanas ondeaban a manos de jóvenes y no tan jóvenes, esa misma bandera que habla de una España diferente: donde un color, el morado, sustituye una franja de rojo, dando un significado nuevo y distinto a todo. Pancartas de protesta, banderas anarquistas (estas en especial son las que más siento), banderas comunistas, de Asturias, Andalucía…
Llegamos a Sol, no recuerdo que hora es, todo está tranquilo. La gente se concentra en la plaza, vuelven los eslóganes de “basta ya”, “NO”, No hay pan para tanto chorizo” a sembrar de carteles las estatuas, marquesinas, farolas… mucha policía corta las calles de acceso a Sol. Las consignas vuelan por el aire, los gritos de protesta se escuchan; las aclamaciones, aplausos y manos en alto vuelven a Sol como en anteriores ocasiones. Alguien hace explotar un gran petardo, la gente aplaude. Un bote de humo es dopositado en el suelo haciendo que todos nos apartemos atosigados por la humareda y el olor a pólvora. No ocurre nada, la gente vitorea, grita y aplaude. La policía se mantiene quieta, alerta pero indiferentes, aun no han sido activados. Sobre las 20:00 horas algunos gritos de “nos vamos al congreso” se escuchan y difunden como el humo de los botes. Parece que nos vamos al congreso. La gente comienza a movilizarse. La policía corta las calles, esperan. De pronto algo ocurre, no se bien que es, no estoy cerca, pero Sol entero comienza a correr dispersandose en todas direcciones, buscando salidas de escape. Los robots policiales han sido activados. Comienzan las cargas, los palos llueven; persecuciones y enfrentamientos. Yo, en cuestión de segundos, me encuentro pegado a una pared al lado de otras muchas personas, y eso que estaba en pleno centro de la plaza. Los antidisturbios se nos acercan, las salidas de Sol están cortadas por lecheras, antidisturbios y manifestantes que huyen o plantan cara. No podemos salir de Sol y las bocas del metro también están tomadas. Los antidisturbio llegan y nos mandan desalojar la plaza ¿hacia donde? Da igual, vete de aquí. Pero yo no me quiero ir, tengo derecho a estar allí, tengo derecho a protestar. Y no un derecho concedido, un derecho que es mío. Camino por Sol, evitando a los antidisturbios e intentando no meterme en las calles o el metro, donde son ratoneras. Un grupo de antidisturios aparece con un chaval detenido, se lo llevan a las lecheras. El resto de los robots continua su cacería por las calles, donde parece que está la batalla. Unos cuantos se quedan en Sol y nos hostigan, tratando de echarnos a los pocos que quedamos.
Un grupo aislado, de una 50 personas, se encuentran apiñados en pleno centro de Sol. Me acerco. Están cantando. Dos violinistas y una flautista tocan melodías revolucionarias mientras un coro de preciosas voces entonan las canciones. El resto escuchamos, cantamos y aplaudimos. La música es nuestra barricada. La emoción me hace presa a cada canto, a cada melodía. se eleva por encima de los ruidos de batalla, los gritos, petardos y disparos de pelotas de goma. Allí, los pocos reunidos vitoreamos las hermosas canciones, levantamos el puño y aplaudimos con fuerza. Los antidisturbios comienzan a rodearnos. Poco a poco van llegando algunos más de los que habían huido y se nos unen. Somos una isla en medio de sol, pero la isla va creciendo. Y fuera de la isla estamos rodeados de antidisturbios. Empiezan a cercarnos, me temo lo peor. Algunos de nosotros comienzan a irse, nos les culpo, yo también quiero hacerlo. Pero algo me lo impide: no me pienso ir de allí, estoy donde quiero y puedo y tengo que estar. La música suena, los cantos se elevan, los puños se alzan. Un coche de bomberos cruza Sol, nos ven y hacen sonar sus sirenas a modo de saludo. Desde los coches, los bomberos, también alzan sus puños, nosotros les respondemos entre aplausos y gritos de camadería. Durante un rato la tensión del momento se hace fuerte, tengo a los antidisturbios a mi rodeándonos, con las porras en las manos y los escudos protegiéndolos. Se palpa la carga, nos van a echar a palos. Yo no me muevo.
Al cabo de un tiempo los antidisturbios comienzan a irse de Sol, acompañados de los gritos de “VERGÜENZA” de la gente. Sol se queda con nosotros, con los pocos que quedamos. Al cabo de un rato nosotros también nos vamos. dejamos atrás un día más de ira y revolución; de orgullo, emoción y miedo.
Son las 2:05 y me voy a la cama. Mucho he dejado atrás y mucho no he sabido expresar. Un día intenso. Buenas noches
From other testimonials and images, it is evident that the passions and anger aroused by the violence of the state is only paralleled by the admiration for the coal miners. And yet it is precisely in this that most is at risk.
The indefinite strike called by the coal miners at the end of May and set to continue, so the unions have promised, has been a remarkably heroic effort, but the frame within which the struggle is being played out is, one suspects, the heroism of tragedy. Images of miners fighting off police with sling shots and fireworks should not blind us to what is not at stake. As a struggle just to defend the coal mines, and thereby the jobs and communities of the miners, which is how the two principal unions have led it, it is doomed to fail. And in turn, to limit the miners’ demands to a continuity of the public subsidy for the industry and an industrial reconversion of the area with corresponding professional training is, in our times, pathetic. The miners are at this moment a yet further example of capitalism’s lack of concern for anything but profit. And the coal miners of Asturias, Léon and Castilla, under the reigning economic logic of the present, are simply not interestingly exploitable. And yes the government will save a bank before it saves a coal mine.
In the balance of power between capitalism and those who do/might struggle against it, 7 to 8 thousand spanish coal miners, and some 30,000 dependents of the miners, amount to little at the moment. Therefore, alone (that is, without the support of an indefinite general strike, or something close to it, which the unions will not and cannot call … if it comes, it is more likely to be through parallel movements (eg. The Madrid teachers’ Marea verde) or as happened today with public employees in Madrid spontaneously and temporarily blocking avenues, on four occasions, to protest reductions in their salaries (Periodico Diagonal )), it would seem that the miners have very little chance of success. And one can in fact expect very little from their union leadership. For the UGT, making no mention of the police violence, the Black March on Madrid was a success and the government has its’ back to the wall (http://www.ugt.es/actualidad/2012/julio/a11072012.html), whereas the CCOO calls upon the forces of public order to act in an exemplary fashion and without provocation, as they did in Madrid (http://www.ccoo.es/csccoo/menu.do?Inicio:367599). How divorced from reality such statements are defies the imagination, but also testify to the inability or the complete lack of a desire to elaborate an anti-capitalist politics. In other words, again, what is not at stake, and again with the limits of this struggle as it has evolved, is capitalism. The miners’ strike is essentially a heroic defense of what is probably already lost. And the tragedy here is not only the loss, but that so much heroism should be so ill spent.
If the mining communities have a future, it will be for them to create it, in solidarity with others. Their courage and their inventiveness in their struggle is testimony to their capacity to do so. But it lies beyond state subsidized coal mining.
Another danger lurks on the horizon, but this time a broader one that touches differing social movements, most notably 15M. The virtue of the latter has been to expand the confines of anti-capitalist politics, and thereby bring within it/contribute to dimensions of struggle which go beyond exclusively traditional working class concerns. The latter of course cannot be ignored, but nor should they push aside the very real concerns of the precariously employed, the unemployed, illegal workers, the homeless, women, gays and so many other individuals, groups, organizations, collectivities that have over the course of this last year, or even before, developed very significant political dynamics that push beyond protest, defense, towards a non-capitalist reality.
The miners’ strike brought back a language of working class centred politics, with a terribly reductive idea of that class, and with associated masculanist imagery of heroes and warriors. Those who questioned an uncritical solidarity with the miners within 15M became themselves objects of criticism. Politics had to do with balls again, and the pacificism of 15M was suspected of being symptomatic of the less than male character of its’ militants. Revolution is a matter for real workers.
It would be terribly unfortunate if many within 15M were to be seduced by such a politics, for it is a politics with no future, or at least no future with human autonomy. The miners’ strike has much to teach us, but not what many suggest, some ghoulish Jacobinism. It is rather a lesson in the virtues of courage, determination, indefatigableness, all necessary for any revolution.
An english language account of the days’ events and the miners’ strike can be found at Roarmag …
Scenes from the class struggle in spain: The Coal Miners’ Strike … and questions
“We do not struggle as working class, we struggle against being working class … . Our struggle is not the struggle of labour: it is the struggle against labour. …There is nothing good about being members of the working class, about being ordered, commanded, separated from our product and our process of production. Struggle arises not from the fact that we are working class but from the fact that we-are-and-are-not working class, that we exist against-and-beyond being working class …”
John Holloway, Change the World Without Taking Power
The arrival of the coal miners in Madrid on the 10th of July was to be followed on the 11th with a protest march on the Ministry of Industry in the morning and latter in the evening by a solidarity march from Atocha square to Peurta del Sol. What would in fact transpire were police beatings, shootings, arrests of protesters and anyone else who happened to be about (at least a hundred people wounded and hundreds more arrested), all in the name of order, normality.
The video testimonies are many and overwhelming …
Photographs from Javier Bauluz, Olmo Calvo and David Fernández, Fotograccion and Alex Zapico …
… the evening, Sol and surrounding streets and squares …
More Video from Acampada Sol , Kaos en la red , elpais …
The following testimonial of the clearing of Sol, posted on Acampada Sol web site, in spanish, is eloquent …
Ángel 12 julio, 2012 at 15:17
Son la 0:39 y acabo de cenar. He llegado a casa a las 00:00 en metro tras abandonar Sol.
Hoy ha sido un día de aquellos en los que la emoción y la adrenalina te hacen temblar de arriba abajo. A las 18:00 horas salí del trabajo dispuesto a encontrarme con los mineros, con el 15M y con cualquiera que estuviese en aquellos momentos manifestándose en contra de toda esta basura a la que llaman gobierno, democracia, sistema o como se quiera, para mí no deja de ser una basura. Nos recortan nuestros derechos largamente luchados y batallados y que tanta sangre, dolor y vidas han costado; nos exprimen como a limones sacándonos todo nuestro jugo y más; nos mienten y roban en nuestra cara; nos desprecian como personas convirtiéndonos en productos y en masa; nos apalean, reprimen y encarcelan; nos explotan…
Todo esto lo puedo argumentar más, pero no me da la real gana. Los que no necesitan de argumentos (porque ya los conocen) les basta estas palabras y saben de lo que hablo. Hoy la demagogia y la rabia pueblan mis labios, al que no le guste que mire otros renglones más agradecidos a sus hábitos de lectura.
Llegué a Atocha sobre las 19:00, según tenía entendido (y mi hermano Dani me lo confirmó) desde allí, a la 19:30, partiría en dirección sol una manifestación en apoyo a los mineros. Llegando acalle Atocha podía oír el gentío de voces de protesta, consignas y proclamas de los que ya estaban allí. No soy bueno contando gente, muchas veces no se si yo soy uno o más, por lo que dejo los números al libre albedrío de los medios de comunicación y los informes políticos o policiales. Eramos muchos, mogollón, muchas personas allí congregadas, y a mí eso me basta. Jóvenes y no tan jóvenes, incluso perros y niños, quizá estos con menos sentido revolucionario, pero igualmente afectados por la inseguridad del presente y el futuro inmediato. Muchos, menos que nosotros, pero muchos policías antidisturbios nos flanqueaban y rodeaban; las lecheras las teníamos delante y detrás. Arados con escudos y porras y protegidos con cascos y armaduras nos miraban como indiferentes: están allí, simplemente porque les han mandado que estén… a la espera de ser activados a una orden, robots de esta basura de sistema; entrenados para y por la violencia y la represión.
Nos pusimos en marcha dirección Sol. Todo el camino por calle Atocha fue un paseo tranquilo y sin incidentes. La policía parecía haber desaparecido y nuestra columna cada vez se iba haciendo más y más grande. Banderas republicanas ondeaban a manos de jóvenes y no tan jóvenes, esa misma bandera que habla de una España diferente: donde un color, el morado, sustituye una franja de rojo, dando un significado nuevo y distinto a todo. Pancartas de protesta, banderas anarquistas (estas en especial son las que más siento), banderas comunistas, de Asturias, Andalucía…
Llegamos a Sol, no recuerdo que hora es, todo está tranquilo. La gente se concentra en la plaza, vuelven los eslóganes de “basta ya”, “NO”, No hay pan para tanto chorizo” a sembrar de carteles las estatuas, marquesinas, farolas… mucha policía corta las calles de acceso a Sol. Las consignas vuelan por el aire, los gritos de protesta se escuchan; las aclamaciones, aplausos y manos en alto vuelven a Sol como en anteriores ocasiones. Alguien hace explotar un gran petardo, la gente aplaude. Un bote de humo es dopositado en el suelo haciendo que todos nos apartemos atosigados por la humareda y el olor a pólvora. No ocurre nada, la gente vitorea, grita y aplaude. La policía se mantiene quieta, alerta pero indiferentes, aun no han sido activados. Sobre las 20:00 horas algunos gritos de “nos vamos al congreso” se escuchan y difunden como el humo de los botes. Parece que nos vamos al congreso. La gente comienza a movilizarse. La policía corta las calles, esperan. De pronto algo ocurre, no se bien que es, no estoy cerca, pero Sol entero comienza a correr dispersandose en todas direcciones, buscando salidas de escape. Los robots policiales han sido activados. Comienzan las cargas, los palos llueven; persecuciones y enfrentamientos. Yo, en cuestión de segundos, me encuentro pegado a una pared al lado de otras muchas personas, y eso que estaba en pleno centro de la plaza. Los antidisturbios se nos acercan, las salidas de Sol están cortadas por lecheras, antidisturbios y manifestantes que huyen o plantan cara. No podemos salir de Sol y las bocas del metro también están tomadas. Los antidisturbio llegan y nos mandan desalojar la plaza ¿hacia donde? Da igual, vete de aquí. Pero yo no me quiero ir, tengo derecho a estar allí, tengo derecho a protestar. Y no un derecho concedido, un derecho que es mío. Camino por Sol, evitando a los antidisturbios e intentando no meterme en las calles o el metro, donde son ratoneras. Un grupo de antidisturios aparece con un chaval detenido, se lo llevan a las lecheras. El resto de los robots continua su cacería por las calles, donde parece que está la batalla. Unos cuantos se quedan en Sol y nos hostigan, tratando de echarnos a los pocos que quedamos.
Un grupo aislado, de una 50 personas, se encuentran apiñados en pleno centro de Sol. Me acerco. Están cantando. Dos violinistas y una flautista tocan melodías revolucionarias mientras un coro de preciosas voces entonan las canciones. El resto escuchamos, cantamos y aplaudimos. La música es nuestra barricada. La emoción me hace presa a cada canto, a cada melodía. se eleva por encima de los ruidos de batalla, los gritos, petardos y disparos de pelotas de goma. Allí, los pocos reunidos vitoreamos las hermosas canciones, levantamos el puño y aplaudimos con fuerza. Los antidisturbios comienzan a rodearnos. Poco a poco van llegando algunos más de los que habían huido y se nos unen. Somos una isla en medio de sol, pero la isla va creciendo. Y fuera de la isla estamos rodeados de antidisturbios. Empiezan a cercarnos, me temo lo peor. Algunos de nosotros comienzan a irse, nos les culpo, yo también quiero hacerlo. Pero algo me lo impide: no me pienso ir de allí, estoy donde quiero y puedo y tengo que estar. La música suena, los cantos se elevan, los puños se alzan. Un coche de bomberos cruza Sol, nos ven y hacen sonar sus sirenas a modo de saludo. Desde los coches, los bomberos, también alzan sus puños, nosotros les respondemos entre aplausos y gritos de camadería. Durante un rato la tensión del momento se hace fuerte, tengo a los antidisturbios a mi rodeándonos, con las porras en las manos y los escudos protegiéndolos. Se palpa la carga, nos van a echar a palos. Yo no me muevo.
Al cabo de un tiempo los antidisturbios comienzan a irse de Sol, acompañados de los gritos de “VERGÜENZA” de la gente. Sol se queda con nosotros, con los pocos que quedamos. Al cabo de un rato nosotros también nos vamos. dejamos atrás un día más de ira y revolución; de orgullo, emoción y miedo.
Son las 2:05 y me voy a la cama. Mucho he dejado atrás y mucho no he sabido expresar. Un día intenso. Buenas noches
SÍ PODEMOS!!
(http://madrid.tomalaplaza.net/2012/07/12/lo-que-paso-el-11-de-julio-entre-las-22-y-las-23h-en-los-alrededores-de-la-puerta-del-sol/)
From other testimonials and images, it is evident that the passions and anger aroused by the violence of the state is only paralleled by the admiration for the coal miners. And yet it is precisely in this that most is at risk.
The indefinite strike called by the coal miners at the end of May and set to continue, so the unions have promised, has been a remarkably heroic effort, but the frame within which the struggle is being played out is, one suspects, the heroism of tragedy. Images of miners fighting off police with sling shots and fireworks should not blind us to what is not at stake. As a struggle just to defend the coal mines, and thereby the jobs and communities of the miners, which is how the two principal unions have led it, it is doomed to fail. And in turn, to limit the miners’ demands to a continuity of the public subsidy for the industry and an industrial reconversion of the area with corresponding professional training is, in our times, pathetic. The miners are at this moment a yet further example of capitalism’s lack of concern for anything but profit. And the coal miners of Asturias, Léon and Castilla, under the reigning economic logic of the present, are simply not interestingly exploitable. And yes the government will save a bank before it saves a coal mine.
In the balance of power between capitalism and those who do/might struggle against it, 7 to 8 thousand spanish coal miners, and some 30,000 dependents of the miners, amount to little at the moment. Therefore, alone (that is, without the support of an indefinite general strike, or something close to it, which the unions will not and cannot call … if it comes, it is more likely to be through parallel movements (eg. The Madrid teachers’ Marea verde) or as happened today with public employees in Madrid spontaneously and temporarily blocking avenues, on four occasions, to protest reductions in their salaries (Periodico Diagonal )), it would seem that the miners have very little chance of success. And one can in fact expect very little from their union leadership. For the UGT, making no mention of the police violence, the Black March on Madrid was a success and the government has its’ back to the wall (http://www.ugt.es/actualidad/2012/julio/a11072012.html), whereas the CCOO calls upon the forces of public order to act in an exemplary fashion and without provocation, as they did in Madrid (http://www.ccoo.es/csccoo/menu.do?Inicio:367599). How divorced from reality such statements are defies the imagination, but also testify to the inability or the complete lack of a desire to elaborate an anti-capitalist politics. In other words, again, what is not at stake, and again with the limits of this struggle as it has evolved, is capitalism. The miners’ strike is essentially a heroic defense of what is probably already lost. And the tragedy here is not only the loss, but that so much heroism should be so ill spent.
If the mining communities have a future, it will be for them to create it, in solidarity with others. Their courage and their inventiveness in their struggle is testimony to their capacity to do so. But it lies beyond state subsidized coal mining.
Another danger lurks on the horizon, but this time a broader one that touches differing social movements, most notably 15M. The virtue of the latter has been to expand the confines of anti-capitalist politics, and thereby bring within it/contribute to dimensions of struggle which go beyond exclusively traditional working class concerns. The latter of course cannot be ignored, but nor should they push aside the very real concerns of the precariously employed, the unemployed, illegal workers, the homeless, women, gays and so many other individuals, groups, organizations, collectivities that have over the course of this last year, or even before, developed very significant political dynamics that push beyond protest, defense, towards a non-capitalist reality.
The miners’ strike brought back a language of working class centred politics, with a terribly reductive idea of that class, and with associated masculanist imagery of heroes and warriors. Those who questioned an uncritical solidarity with the miners within 15M became themselves objects of criticism. Politics had to do with balls again, and the pacificism of 15M was suspected of being symptomatic of the less than male character of its’ militants. Revolution is a matter for real workers.
It would be terribly unfortunate if many within 15M were to be seduced by such a politics, for it is a politics with no future, or at least no future with human autonomy. The miners’ strike has much to teach us, but not what many suggest, some ghoulish Jacobinism. It is rather a lesson in the virtues of courage, determination, indefatigableness, all necessary for any revolution.
An english language account of the days’ events and the miners’ strike can be found at Roarmag …